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Meditaciones

Los Brazos del Amor

Gracias, queridos hermanos y Jesús. Gracias por unirse a este despertar a la memoria de Dios, y por soñar juntos, durante un rato muy pequeño, este nuevo y verdadero sueño de amor que ya hemos compartido, y compartimos ahora por un momento. Estamos recordando, a través del perdón de cada uno y de nuestro Padre y en el acto de deponer nuestras antiguas memorias de odio y muerte, la realidad de la vida eterna. Nos hemos convertido en Un Ser juntos y recordamos nuestro hogar en el Cielo antes de que el tiempo existiera. A medida que despertamos, este mundo desaparece y entramos en la eternidad.

Gracias, queridos hermanos y Jesús. Gracias por unirse a este despertar a la memoria de Dios, y por soñar juntos, durante un rato muy pequeño, este nuevo y verdadero sueño de amor que ya hemos compartido, y compartimos ahora por un momento. Estamos recordando, a través del perdón de cada uno y de nuestro Padre y en el acto de deponer nuestras antiguas memorias de odio y muerte, la realidad de la vida eterna. Nos hemos convertido en Un Ser juntos y recordamos nuestro hogar en el Cielo antes de que el tiempo existiera. A medida que despertamos, este mundo desaparece y entramos en la eternidad.

La relación santa refleja la verdadera relación que el Hijo de Dios tiene con su Padre en la realidad. El Espíritu Santo mora dentro de ella con la certeza de que es eterna. Sus firmes cimientos están eternamente sostenidos por la verdad, y el amor brilla sobre ella con la dulce sonrisa y tierna bendición que le ofrece a lo que es suyo. Aquí el instante no santo se intercambio gustosamente por uno santo y de absoluta reciprocidad. He aquí tiernamente despejado el camino que conduce a las verdaderas relaciones, por el que tú y tu hermano camináis juntos dejando atrás el cuerpo felizmente para descansar en los Eternos Brazos de Dios. Los Brazos del Amor están abiertos para recibirte y brindarte paz eterna.

En este tiempo y lugar, te encuentras con una memoria del Amor perfecto y de Dios, sin embargo, tus propios pensamientos te enseñaban que nunca podrías alcanzarlo o realmente conocerlo. Te decían que tenías que pagar con el precio del miedo, de la soledad y el dolor y por último con la muerte; que había hechos más allá de tu control con los que debías batallar para poder alcanzar eso. Te decían que tenías que superar obstáculos terribles, diseñados para mantenerte alejado de la felicidad eterna o, incluso, que habías sido condenado por un crimen del que no tenías ni idea. ¡Con razón sufrías del dolor y de la enfermedad y, finalmente, demandaste una respuesta que no fuera de este mundo. Ahora, finalmente, estás descubriendo que todas esas cosas estaban sólo en tu propia mente. Y era tu sueño de muerte el que te estaba impidiendo ver que este puente al Cielo siempre estaba justo a tu lado, que este puente que te lleva fuera del tiempo a la eternidad está justo aquí y ahora.

Nadie considera raro amar y odiar al mismo tiempo, y aún los que creen que odiar es un pecado, simplemente se sienten culpables por ello, pero no hacen nada por corregirlo. Esto es lo que es "normal" en la separación, y aquellos que aprenden que no es normal en absoluto, parecen ser los que no son normales. Pues este mundo es lo opuesto al Cielo, al haber sido concebido para ser su opuesto, y todas las cosas aquí son exactamente lo opuesto a la verdad. En el Cielo, donde el significado del amor se conoce perfectamente, el amor es lo mismo que la unión. Aquí, donde en lugar del amor se acepta la ilusión de amor, el amor se percibe como separación y exclusión.

Tu tarea no es construir la realidad. La realidad está aquí sin que tú la hayas tenido que construir, pero no sin ti. Tú que has tratado de renunciar a ti mismo y que tan poco has valorado a Dios, escúchame hablar en favor de ti y de Él. No puedes comprender cuánto te ama tu Padre, pues en tu experiencia mundana no hay paralelo que te pueda ayudar a comprenderlo. En la tierra no hay nada comparable, ni nada que jamás hayas sentido aparte de Él se parece en lo más mínimo a Su Amor. Tú no puedes ni siquiera dar una bendición con perfecta dulzura. ¿No te gustaría conocer a Uno que da para siempre, y que lo único que sabe es dar?

El significado del amor es el tuyo propio, el cual Dios Mismo comparte. Pues lo que tú eres es lo que El es. No hay otro amor que el Suyo, y lo que El es, es todo lo que hay.

Deja que esta sencilla verdad,
El Amor de Dios es mi sustento,
se adentre muy hondo en tu conciencia.
Repítela, reflexiona sobre ella, deja que pensamientos afines vengan a ayudarte a reconocer su verdad, y permite que la paz se extienda sobre ti como un manto de protección y seguridad. No permitas que ningún pensamiento vano o necio venga aperturbar la santa mente del Hijo de Dios. Tal es el Reino de los Cielos. Tal es el lugar de descanso donde tu Padre te ubicó eternamente.

Sólo el Amor de Dios te protegerá en toda circunstancia. Te rescatará de toda tribulación y te elevará por encima de todos los peligros que percibes en este mundo a un ambiente de paz y seguridad perfectas. Te llevará a un estado mental que no puede verse amenazado ni perturbado por nada, y en el que nada puede interrumpir la eterna calma del Hijo de Dios.

La parte que está escuchando a la Voz de Dios es serena, está en continuo reposo y tiene una certeza absoluta. Es la única parte que realmente existe. La otra es una loca ilusión, frenética y perturbada, aunque desprovista de toda realidad. Trata hoy de no prestarle oídos. Trata de identificarte con la parte de tu mente donde la quietud y la paz reinan para siempre. Trata de oír la Voz de Dios llamándote amorosamente, recordándote que tu Creador no se ha olvidado de Su Hijo.

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