Los enfermos deben curarse a sí mismos
Los milagros son simplemente la transformación de la negación en verdad. Si amarse uno a sí mismo significa curarse uno a sí mismo, los que están enfermos no se aman a sí mismos. Por lo tanto, están pidiendo el amor que los podría sanar, pero que se están negando a sí mismos. Si supiesen la verdad acerca de sí mismos no podrían estar enfermos. La tarea del obrador de milagros es, por lo tanto, negar la negación de la verdad. Los enfermos deben curarse a sí mismos, pues la verdad mora en ellos. Mas al haberla nublado, la luz de otra mente necesita brillar sobre la suya porque dicha luz es suya.
La luz brilla en todos ellos con igual intensidad, independientemente de cuán densa sea la niebla que la oculta. Si no le otorgas a la niebla ningún poder para ocultar la luz, no tiene ninguno. Pues sólo tiene poder si el Hijo de Dios se lo confiere. Y debe ser él mismo quien le retire ese poder, recordando que todo poder es de Dios. Tú puedes recordar esto por toda la Filiación. No permitas que tu hermano se olvide, pues su olvido es también el tuyo. Pero cuando tú lo recuerdas, lo estás recordando por él también porque a Dios no se le recuerda solo. Esto es lo que has olvidado. Percibir la curación de tu hermano como tu propia curación es, por lo tanto, la manera de recordar a Dios. Pues te olvidaste de tus hermanos y de Dios, y la Respuesta de Dios a tu olvido no es sino la manera de recordar.
Cap.12 S.II