El despertar a la redención
Te has crucificado a ti mismo y te has puesto una corona de espinas sobre la cabeza. Aun así, no puedes crucificar al Hijo de Dios, pues la Voluntad de Dios no puede morir. Su Hijo ha sido redimido de su propia crucifixión, y tú no puedes condenar a muerte a quien Dios ha dado vida eterna. El sueño de la crucifixión aún descansa pesadamente sobre tus ojos, pero lo que ves en sueños no es la realidad. Mientras sigas percibiendo al Hijo de Dios como crucificado, es que estás dormido. Y mientras creas que puedes crucificarle, estarás simplemente teniendo pesadillas. Tú que estás comenzando a despertar, todavía eres consciente de tus sueños y aún no los has olvidado. Te olvidarás de ellos y cobrarás conciencia de Cristo cuando otros despierten para compartir contigo tu redención.
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