Cristo renace como un niño pequeño
Tú no has perdido tu inocencia. Y eso es lo que anhelas; lo que tu corazón desea. Ésa es la Voz que oyes y la llamada que no se puede ignorar. Ese santo Niño todavía sigue a tu lado. Su hogar es el tuyo. Hoy Él te da Su indefensión, y tú la aceptas a cambio de todos los juguetes bélicos que has fabricado. Y ahora el camino está libre y despejado, y el final de la jornada puede por fin vislumbrarse. Permanece muy quedo por un instante, regresa a tu hogar junto con Él y goza de paz por un rato.
Libro de ejercicios de UCDM, lecc 182