Visión
Todavía miras con los ojos del cuerpo, y éstos sólo pueden ver espinas. Sin embargo, has pedido ver otra cosa y se te ha concedido. Aquellos que aceptan el propósito del Espíritu Santo como su propósito comparten asimismo Su visión. Y lo que le permite a Él ver irradiar Su propósito desde cada altar es algo tan tuyo como Suyo. El no ve extraños, sino tan sólo amigos entrañables y amorosos. Él no ve espinas, sino únicamente azucenas que refulgen en el dulce resplandor de la paz, la cual irradia su luz sobre todo lo que Él contempla y ama.
Cap 20, sec. II La Ofrenda de azucenas