La clausura de la brecha
El cuerpo no podría separar tu mente de la mente de tu hermano a menos que quisieses que fuese la causa de vuestra separación y distanciamiento. Por consiguiente, le atribuyes un poder que no posee. Esto es lo que hace que tenga poder sobre ti. Pues ahora piensas que el cuerpo determina cuándo debéis reuniros, y que limita vuestra capacidad de estar en comunión con la mente del otro. Y así, te dice adónde ir y cómo llegar hasta allí, lo que te es factible emprender y lo que no puedes hacer. Te dice también lo que su salud puede tolerar, así como lo que lo fatigará y enfermará. Sus "inherentes" debilidades establecen los limites de lo que puedes hacer y hacen que tu propósito sea débil y limitado.
El cuerpo se avendrá a todo esto, si ése es tu deseo. Permitirá solamente limitados desahogos de "amor", intercalados con intervalos de odio. Y se hará cargo de decidir cuándo puede "amar" y cuándo se debe refugiar en el miedo para mantenerse a salvo. Enfermará porque tú no sabes lo que es amar. De este modo, utilizarás indebidamente toda circunstancia y a todo aquel con quien te encuentres, y no podrás sino ver en ellos un propósito distinto del tuyo.
Capitulo 29