Una manera de vivir
Hay una manera de vivir en el mundo que no es del mundo, aunque parezca serlo. No cambias de apariencia, aunque si sonríes mucho más a menudo. Tu frente se mantiene serena; tus ojos están tranquilos. Y aquellos que caminan por el mundo con la misma actitud que tú reconocen en ti a alguien semejante a ellos. No obstante, los que aún no han percibido el camino también te reconocerán y creerán que eres como ellos, tal como una vez lo fuiste.
Nos encaminamos hacia Dios. Haz una pausa y reflexiona sobre esto: ¿Qué camino podría ser más santo, más merecedor de tus esfuerzos, de tu amor y de tu absoluta dedicación? ¿Que camino podría darte más de lo que es todo, u ofrecerte menos y aún así satisfacer al santo Hijo de Dios? nos encaminamos hacia Dios. La verdad que va delante de nosotros es una con Él ahora, y nos conduce allí donde Él siempre ha estado. ¿Que otro camino sino éste podría ser una senda que quisieses elegir?
Tus pies ya están firmemente asentados en el camino que conduce al mundo hasta Dios. No busques otros caminos que parezcan llevar a otra parte. Los sueños no son guías dignos de ti que eres el Hijo de Dios. No olvides que Él te ha tomado de la mano, y te ha dado tus hermanos con la confianza de que eres merecedor de la Confianza que Él ha depositado en ti. Él no puede ser engañado. Su Confianza ha hecho que tu trayectoria sea indudable y tu meta segura. No les fallarás a tus hermanos ni a tu Ser.
Y ahora sólo te pide que pienses en Él por un rato cada día, para que pueda dialogar contigo y hablarte de Su Amor, recordándote cuán grande es Su Confianza, cuán infinito Su Amor. En tu nombre y en el Suyo, que son el mismo, gustosamente practicamos con este pensamiento:
Me haré a un lado y dejaré que Él me muestre el camino, pues deseo recorrer el camino que me conduce hasta Él.
Lección 155