Celebremos juntos el nacimiento de la luz en ti
“No careces de nada, amate a ti mismo y da sin sacrificio”.
Este es un tiempo de Luz, de Esperanza y de Paz, he aquí el único "sacrificio" que se te pide: que abandones todo sufrimiento, toda sensación de pérdida y de tristeza, toda ansiedad y toda duda, y que dejes que:
El Amor de tu Padre Celestial entre a raudales en tu conciencia,
sanándote del dolor y otorgándote Tu Propia dicha eterna.
Y al saldar la deuda que tienes con la verdad - una deuda que consiste sencillamente en abandonar los autoengaños y las imágenes que venerabas falsamente -, la verdad regresa íntegra y llena de júbilo. Ya no te engañas más. El amor ha regresado a tu conciencia. Y ahora estas en paz otra vez, pues el miedo ha desaparecido y lo único que queda es el amor.
Respira profundo 3 veces y dite a ti mismo en tu interior:
Dios es Amor y por ende eso es lo que Soy Yo.
Dios le da las gracias al santo anfitrión que desee recibirle y le deje entrar y morar allí donde Él desea estar. Y al tú darle la bienvenida, Él te acoge en sí Mismo, pues lo que se encuentra en ti que le das la bienvenida, se le devuelve a Él Y nosotros no hacemos sino celebrar Su Plenitud cuando le damos la bienvenida dentro de nosotros. Los que reciben al Padre son uno con Él, al ser los anfitriones de Aquel que los creó. Y al abrirle las puertas, Su recuerdo llega con Él, y así recuerdan la única relación que jamás tuvieron y que jamás querrán tener.
Respira profundo 3 veces y dite a ti mismo en tu interior:
Dios es mi único objetivo. Solo hay una vida y es la vida que comparto con Dios.
El símbolo de la Navidad es una estrella: una luz en la obscuridad. No la veas como algo que se encuentra fuera de ti, sino como algo que refulge en el Cielo interno, y acéptala como la señal de que la hora de Cristo ha llegado. Cristo llega sin exigir nada. No le exige a nadie ningún tipo de sacrificio. En Su Presencia la idea de sacrificio deja de tener significado, pues Él es el Anfitrión de Dios. Y tú no tienes más que invitar a Aquel que ya se encuentra ahí, al reconocer que Su Anfitrión es Uno y que ningún pensamiento ajeno a Su Unicidad puede residir allí con Él. El amor tiene que ser total para que se le pueda dar la bienvenida, pues la Presencia de la santidad es lo que crea la santidad que lo envuelve. Ningún temor puede asaltar al Anfitrión que le abre los brazos a Dios en la hora de Cristo, pues el Anfitrión es tan santo como la Perfecta Inocencia a la que protege, y Cuyo poder a su vez lo protege a Él.
Respira profundo 3 veces y dite a ti mismo en tu interior:
Yo Soy la Luz del Mundo
Esta Navidad entrégale al Espíritu Santo todo lo que te hiere. Permítete a ti mismo ser sanado completamente para que puedas unirte a Él en la curación, y celebremos juntos nuestra liberación liberando a todo el mundo junto con nosotros. Inclúyelo todo, pues la liberación es total, y cuando la hayas aceptado junto conmigo la darás junto conmigo. Todo dolor, sacrificio o pequeñez desaparecerá de nuestra relación, que es tan pura como la relación que tenemos con nuestro Padre, y tan poderosa. Todo dolor que se traiga ante nuestra presencia desaparecerá, y sin dolor no puede haber sacrificio. Y allí donde no hay sacrificio, allí está el amor.
Respira profundo 3 veces y dite a ti mismo en tu interior:
Libero al Mundo de todo lo que jamás pensé que era.
Tú que crees que el sacrificio es amor debes aprender que el sacrificio no hace sino alejarnos del amor. Pues el sacrificio conlleva culpabilidad tan inevitablemente como el amor brinda paz. La culpabilidad es la condición que da lugar al sacrificio, de la misma manera en que la paz es la condición que te permite ser consciente de tu relación con Dios. Mediante la culpabilidad excluyes a tu Padre y a tus hermanos de ti mismo. Mediante la paz los invitas de nuevo al darte cuenta de que ellos se encuentran allí donde tú les pides que estén. Lo que excluyes de ti mismo parece temible, pues lo imbuyes de temor y tratas de deshacerte de ello, si bien forma parte de ti. ¿Quién puede percibir parte de sí mismo como despreciable, y al mismo tiempo vivir en paz consigo mismo? ¿Y quién puede tratar de resolver su "conflicto" interno entre el Cielo y el infierno expulsando al Cielo y dotándolo de los atributos del infierno, sin sentirse incompleto y solo?
Respira profundo 3 veces y dite a ti mismo en tu interior:
Mi Santidad es mi Salvación. Sigo siendo tal como Dios me creo.
Mientras percibas el cuerpo como lo que constituye tu realidad, te percibirás a ti mismo como un ser solitario y desposeído. Y te percibirás también como una víctima del sacrificio, y creerás que está justificado sacrificar a otros. Pues, ¿quién podría rechazar al Cielo y a su Creador sin experimentar una sensación de sacrificio y de pérdida? ¿Y quién podría ser objeto de sacrificios y pérdidas sin tratar de rehacerse a sí mismo? No obstante, ¿cómo ibas a poder hacer esto por tu cuenta, cuando la base de tus intentos es que crees en la realidad de la privación? Sentirse privado de algo engendra ataque, al ser la creencia de que el ataque está justificado. Y mientras prefieras conservar la privación, el ataque se vuelve salvación y el sacrificio amor.
Y así resulta que, en tu búsqueda de amor, vas en busca de sacrificio y lo encuentras. Más no encuentras amor. Es imposible negar lo que es el amor y al mismo tiempo reconocerlo. El significado del amor reside en aquello de lo que te desprendiste, lo cual no tiene significado aparte de ti. Lo que prefieres conservar es lo que no tiene significado, mientras que lo que quieres mantener alejado de ti encierra todo el significado del universo y lo conserva intacto dentro de su propio significado. Si el universo no estuviese unido en ti, estaría separado de Dios, y estar sin Él es carecer de significado.
Respira profundo 3 veces y dite a ti mismo en tu interior:
Soy Mente. Pura Mente. Mi verdadero Poder proviene de Dios en Mí.
En el instante santo se satisface la condición del amor, pues las mentes se unen sin la interferencia del cuerpo, y allí donde hay comunicación hay paz. El Príncipe de la Paz nació para re-establecer la condición del amor, enseñando que la comunicación continúa sin interrupción aunque el cuerpo sea destruido, siempre y cuando no veas al cuerpo como el medio indispensable para la comunicación. Y si entiendes esta lección, te darás cuenta de que sacrificar el cuerpo no es sacrificar nada, y que la comunicación, que es algo que es sólo propio de la mente, no puede ser sacrificada. ¿Dónde está entonces el sacrificio? Nací para enseñar la lección de que el sacrificio no está en ninguna parte y de que el amor está en todas partes, y ésta es la lección que todavía quiero enseñarles a todos mis hermanos. Pues la comunicación lo abarca todo, y en la paz que re-establece, el amor viene por su propia voluntad.
Respira profundo 3 veces y dite a ti mismo en tu interior:
Solo las Mentes se comunican, los cuerpos no.
No permitas que la desesperanza opaque la alegría de la Navidad, pues la hora de Cristo no tiene sentido si no va acompañada de alegría. Unámonos en la celebración de la paz, no exigiéndole a nadie ningún sacrificio, pues de esta manera me ofreces el amor que yo te ofrezco. ¿Qué podría hacernos más felices que percibir que no carecemos de nada? Ése es el mensaje de la hora de Cristo, que yo te doy para que tú lo puedas dar y se lo devuelvas al Padre, que me lo dio a mí. Pues en la hora de Cristo se restablece la comunicación, y Él se une a nosotros para celebrar la creación de Su Hijo.
Respira profundo 3 veces y dite a ti mismo en tu interior:
Yo Soy el Amor que ando buscando.
Ésta es la época en la que muy pronto dará comienzo un nuevo año del calendario cristiano. Tengo absoluta confianza en que lograrás todo lo que te propongas hacer. Nada te ha de faltar, y tu voluntad será completar, no destruir. Da, entonces, este regalo a tu hermano, diciéndole:
Te entrego al Espíritu Santo como parte de mí mismo.
Sé que te liberarás, a menos que quiera valerme de ti para aprisionarme a mí mismo.
En nombre de mi libertad elijo tu liberación porque reconozco que nos hemos de liberar juntos.
De esta forma damos comienzo al año con alegría y en libertad. Es mucho lo que aún nos queda por hacer, y llevamos mucho retraso. Acepta el instante santo como el nacimiento de este año, y ocupa tu lugar - por tanto tiempo vacante - en el Gran Despertar. Haz que este año sea diferente al hacer que todo sea lo mismo. Y permite que todas tus relaciones te sean santificadas. Ésta es nuestra voluntad. Amen.
Ahora dite a ti mismo con absoluta certeza:
Paso esta Navidad sin miedo y lleno de Amor.
Quiero pasar esta Navidad Contigo, Padre mío, tal como Tú has dispuesto que deben ser todos mis días. Y lo que he de experimentar no tiene nada que ver con el tiempo. El júbilo que me invade no se puede medir en días u horas, pues le llega a Tu Hijo desde el Cielo. Este día será Tu dulce recordatorio de que Te recuerde, la afable llamada que le haces a Tu santo Hijo, la señal de que se me ha concedido Tu gracia y de que es Tu Voluntad que yo me libere hoy,
Esta Navidad la pasaremos juntos, tú y yo.Y todo el mundo unirá sus voces a nuestro himno de alegría y gratitud hacia Aquel que nos brindó la salvación y nos liberó. Nuestra paz y nuestra santidad nos son restituidas. Hoy el miedo no tiene cabida en nosotros, pues le hemos dado la bienvenida al amor en nuestros corazones.