Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis;
llamad, y se os abrirá.
Solamente tú puedes privarte a ti mismo de la verdad. Dios, no obstante, no te negará la Respuesta que Él dio.
Tú ocasionaste el problema que Dios ha resuelto. Por lo tanto, hazte únicamente esta simple pregunta:
¿Deseo el problema o la solución?
Decídete por la solución y la tendrás, pues la verás como es y que ya dispones de ella.
Tal vez te quejes de que este curso no es lo suficientemente específico como para poderlo entender y aplicar. Mas tal vez no hayas hecho lo que específicamente propugna. Éste no es un curso de especulación teórica, sino de aplicación práctica. Nada podría ser más especifico que el que le digan a uno que si pide recibirá.
El Espíritu Santo te dará la respuesta para cada problema específico mientras creas que los problemas son específicos. Su respuesta es a la vez una y muchas mientras sigas creyendo que el que es Uno es muchos. Puede que tengas miedo de Su especificidad por temor a lo que crees que ésta pueda exigirte. Mas es únicamente pidiendo como aprenderás que lo que procede de Dios no te exige nada en absoluto. Dios sólo da, nunca quita. Cuando te niegas a pedir, es porque crees que pedir equivale a quitar en vez de a compartir.
El Espíritu Santo te dará sólo lo que es tuyo, sin pedirte nada a cambio. Pues lo que es tuyo es todo lo que existe, y lo compartes con Dios. Ésa es su realidad. ¿Podría el Espíritu Santo, que sólo dispone restituir, ser capaz de interpretar incorrectamente la pregunta que necesitas hacer para darte cuenta de Su respuesta? Has oído la respuesta, pero no has comprendido bien la pregunta. Crees que pedirle consejo al Espíritu Santo es pedir que se te prive de algo.
Criatura de Dios, no entiendes a tu Padre. Crees en un mundo que arrebata porque crees que arrebatando puedes obtener lo que quieres. Y esa percepción te ha costado perder de vista el mundo real. Tienes miedo del mundo tal como lo ves, pero el mundo real sigue siendo tuyo sólo con que lo pidas. No te lo niegues a ti mismo, pues únicamente puede liberarte. Nada que proceda de Dios puede esclavizar a Su Hijo, a quien Él creó libre y cuya libertad está al amparo de Su Ser. Bienaventurado tú que estás dispuesto a pedirle la verdad a Dios sin miedo, pues sólo así podrás aprender que Su respuesta es la liberación del miedo.
Hermosa criatura de Dios, estás pidiendo solamente lo que te prometí. ¿Crees que yo te iba a engañar? El Reino de los Cielos está dentro de ti. Ten fe en que la verdad está en mí porque yo sé que está en ti. Los Hijos de Dios no tienen nada que no compartan. Pídele la verdad a cualquier Hijo de Dios, y me la habrás pedido a mí. Cada uno de nosotros tiene dentro de sí la respuesta para poder dársela a cualquiera que la pida.
Pídele cualquier cosa al Hijo de Dios y su Padre te lo concederá, pues Cristo no se engaña con respecto a Su Padre, ni Su Padre se engaña con respecto a Cristo. No te engañes, pues, con respecto a tu hermano, y considera sus pensamientos amorosos como lo único que constituye su realidad, pues al negar que su mente esté dividida sanarás la tuya. Acéptalo como su Padre lo acepta y cúrale en Cristo, pues Cristo es su curación así como la tuya.
Capitulo 11, S VIII