La luz que traes contigo
Las mentes que están unidas, y que reconocen que lo están, no pueden sentir culpabilidad.
Podría afirmarse, por lo tanto, que la ley básica de la percepción es: "Te regocijarás con lo que veas, pues lo ves para regocijarte". Y mientras creas que el sufrimiento y el pecado te pueden proporcionar alegría, seguirán estando ahí para que los veas. Nada es de por si perjudicial o beneficioso a menos que así lo desees. Tu deseo es lo que determina los efectos que ha de tener en ti. Porque lo elegiste como un medio para obtener esos efectos, creyendo que eran los portadores del regocijo y de la felicidad. Esta ley rige incluso en el Cielo. El Hijo de Dios crea para ser feliz, puesto que comparte con su Padre el propósito que Este tuvo al crearlo a fin de que su alegría fuese cada vez mayor y la de Dios junto con la suya.
Tú que eres el hacedor de un mundo que no es cierto, descansa y halla solaz en otro mundo donde mora la paz. Ése es el mundo que le llevas a todos los ojos fatigados y a todos los corazones desfallecidos que contemplan el pecado y entonan su triste estribillo. De ti puede proceder su descanso. De ti puede surgir un mundo cuya contemplación los hará felices y donde sus corazones estarán rebosantes de dicha. De ti procede una visión que se extiende hasta todos ellos, y los envuelve con dulzura y luz. Y en este creciente mundo de luz, las tinieblas que ellos pensaban que estaban ahí se desplazan hasta convertirse en sombras lejanas y distantes, que no se recordarán por mucho tiempo una vez que el sol las haya desvanecido. Y todos sus pensamientos "malvados" y todas sus esperanzas "pecaminosas", sus sueños de culpabilidad y venganza despiadada, y todo deseo de herir, matar y morir, desaparecerán ante el sol que tú traes contigo.
¿No desearías hacer esto por el Amor de Dios? ¿Y por ti? Piensa en lo que ello representaría para ti. Pues los pensamientos "malvados" que ahora te atormentan te parecerán cada vez más remotos y alejados de ti. Y esto es así porque el sol que mora en ti ha despuntado para desvanecerlos con Su Luz. Persisten por un corto tiempo en formas enrevesadas, demasiado distantes como para que se puedan reconocer, y luego desaparecen para siempre. Y en la luz del sol te alzarás sereno, lleno de inocencia y sin temor alguno. Y desde ti, el descanso que encontraste se extenderá para que tu paz jamás pueda abandonarte y dejarte desamparado. Aquellos que ofrecen paz a todo el mundo han encontrado un hogar en el Cielo que el mundo no puede destruir. Pues es lo suficientemente grande como para contener al mundo entero dentro de su paz.
En ti reside el Cielo en su totalidad. A cada hoja seca que cae se le confiere vida en ti. Cada pájaro que jamás cantó cantará de nuevo en ti. Y cada flor que jamás floreció ha conservado su perfume y hermosura para ti. ¿Qué objetivo puede suplantar a la Voluntad de Dios y a la de Su Hijo de que el Cielo le sea restituido a aquel para quien fue creado como su único hogar? No ha habido nada ni antes ni después. No ha habido ningún otro lugar, ningún otro estado ni ningún otro tiempo. Nada que esté más allá o más acá. Nada más. En ninguna forma. Esto se lo puedes brindar al mundo entero y a todos los pensamientos erróneos que se adentraron en él y permanecieron allí por un tiempo. ¿De qué mejor manera se podrían llevar tus propios errores ante la verdad, que estando dispuesto a llevar la luz del Cielo contigo, según te diriges más allá del mundo de las tinieblas hacia la luz?
Cap.25 S.IV