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Emails de lecciones

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Lectura del mes

No tengo que hacer nada

Tu camino será diferente, no en cuanto a su propósito, sino en cuanto a los medios. La relación santa es un medio de ahorrar tiempo. Un instante que tú y tu hermano paséis juntos os restituye el universo a ambos. Ya estás listo. Ahora sólo tienes que recordar que no tienes que hacer nada. Sería mucho más efectivo ahora que te concentrases únicamente en esto, que reflexionar sobre lo que debes hacer. Cuando la paz llega por fin a los que luchan contra la tentación y batallan para no sucumbir al pecado; cuando la luz llega por fin a la mente que se ha dedicado a la contemplación; o cuando finalmente alguien alcanza la meta, ese momento siempre viene acompañado de este feliz descubrimiento: " No tengo que hacer nada".

No hagas nada, pues, y deja que el perdón te muestre lo que debes hacer a través de Aquel que es tu Guía, tu Salvador y Protector, Quien, lleno de esperanza, está seguro de que finalmente truinfarás. El ya te ha perdonado, pues esa es la función que Dios le encomendó, Ahora tú debes compartir Su función y perdonar a aquel que El ha salvado, cuya inocencia El ve y a quien honra como el Hijo de Dios.

(UCDM, segunda parte, 1)

Perdona a tu hermano por todo lo que aparenta ser, lo cual procede de las viejas lecciones que te habías enseñado a ti mismo acerca de tu pecaminosidad. Oye únicamente su petición de clemencia y liberación de todas las pavorosas imágenes que tiene con respecto a lo que él es y a lo que tú no puedes sino ser tambien. El teme caminar a tu lado, y cree que tal vez si se atrasa o se adelanta un poco será menos peligroso para él. ¿Cómo ibas a poder progresar tú si piensas lo mismo, y avanzas únicamente cuando él se rezaga y te quedas atrás cuado él se adelanta? Pues al hacer esto, te olvidas del objetivo de la jornada, que no es otro que la decisión de caminar a su lado, de modo que ninguno sea ni lider ni seguidor. Se trata, por lo tanto, de que caminéis juntos y no cada uno por separado. Y mediante esta decisión, el resultado del aprendizaje cambia, pues Cristo habrá vuelto a nacer para vosotros dos.

Para que esto suceda, bastará un solo instante que estés libre de tus viejas ideas acerca de quien es tu formidable compañero y de lo que él debe estar pidiendo. Y percibirás que su propósito es el mismo que el tuyo. El pide lo que tú deseas y necesita lo mismo que tú. Tal vez en su caso ello se manifieste de forma diferente, pero no es la forma a lo que respondes. El pide y tú recibes, pues has venido con un solo propósito: poder aprender a amar a tu hermano con un amor fraternal. Y en cuanto que hermano tuyo, su Padre no puede sino ser el mismo que el tuyo, ya que él es como tú. ... Hay alquien a tu lado que ilumina tu camino, de modo que puedas dar cada paso con certeza y sin ninguna duda con respecto a qué camino seguir. Tener los ojos vendados no puede hacer que el camino en sí sea obscuro. Y Aquel que viaja contigo tiene la luz.

(UCDM, cap. 31, secc. 2)

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