No tengo que hacer nada
Tu camino será diferente, no en cuanto a su propósito, sino en cuanto a los medios. La relación santa es un medio de ahorrar tiempo. Un instante que tú y tu hermano paséis juntos os restituye el universo a ambos.
No hagas nada, pues, y deja que el perdón te muestre lo que debes hacer a través de Aquel que es tu Guía, tu Salvador y Protector, Quien, lleno de esperanza, está seguro de que finalmente truinfarás. El ya te ha perdonado, pues esa es la función que Dios le encomendó, Ahora tú debes compartir Su función y perdonar a aquel que El ha salvado, cuya inocencia El ve y a quien honra como el Hijo de Dios.
(UCDM, segunda parte, 1)
Perdona a tu hermano por todo lo que aparenta ser, lo cual procede de las viejas lecciones que te habías enseñado a ti mismo acerca de tu pecaminosidad. Oye únicamente su petición de clemencia y liberación de todas las pavorosas imágenes que tiene con respecto a lo que él es y a lo que tú no puedes sino ser tambien. El teme caminar a tu lado, y cree que tal vez si se atrasa o se adelanta un poco será menos peligroso para él. ¿Cómo ibas a poder progresar tú si piensas lo mismo, y avanzas únicamente cuando él se rezaga y te quedas atrás cuado él se adelanta? Pues al hacer esto, te olvidas del objetivo de la jornada, que no es otro que la decisión de caminar a su lado, de modo que ninguno sea ni lider ni seguidor. Se trata, por lo tanto, de que caminéis juntos y no cada uno por separado. Y mediante esta decisión, el resultado del aprendizaje cambia, pues Cristo habrá vuelto a nacer para vosotros dos.
Para que esto suceda, bastará un solo instante que estés libre de tus viejas ideas acerca de quien es tu formidable compañero y de lo que él debe estar pidiendo. Y percibirás que su propósito es el mismo que el tuyo. El pide lo que tú deseas y necesita lo mismo que tú. Tal vez en su caso ello se manifieste de forma diferente, pero no es la forma a lo que respondes. El pide y tú recibes, pues has venido con un solo propósito: poder aprender a amar a tu hermano con un amor fraternal. Y en cuanto que hermano tuyo, su Padre no puede sino ser el mismo que el tuyo, ya que él es como tú. ... Hay alquien a tu lado que ilumina tu camino, de modo que puedas dar cada paso con certeza y sin ninguna duda con respecto a qué camino seguir. Tener los ojos vendados no puede hacer que el camino en sí sea obscuro. Y Aquel que viaja contigo tiene la luz.
(UCDM, cap. 31, secc. 2)