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La Filosofía perenne

Intentamos describir la consistencia y universalidad del proceso de un conocimiento directo que se alcanza por medio de la experiencia iluminadora de un momento de unión con la Mente de Dios. Todos los seres humanos están fundamentalmente conscientes de la necesidad de un retorno evolutivo hacia la realidad singular y eterna con la Mente de Dios. La filosofía perenne es testigo de la experiencia dramática de esa inminente necesidad.

La perseverancia de una filosofía que reaparece, que vuelve a surgir y se renueva a sí misma a través del tiempo, atravesando una amplia gama de receptores multi culturales, va a tener lo más probable una consecuencia para nosotros hoy, al estar acosada, tal como lo estamos nosotros, por teorías en conflicto, creencias y opiniones en constante cambio con respecto a casi todo. El prestarle atención a los desconcertantes consejos de los expertos en el campo de la salud, por tomar un área, podría mantenerte en un cambio constante debido a múltiples opciones de estilos de vida.

Buscando encontrar estabilidad en la sociedad actual, es muy probable que consideremos una filosofía la cual ha adquirido el nombre de “Perenne” y que se describe de esta manera:

… es la metafísica que reconoce una realidad divina detrás de las cosas del mundo, de la vida, de las mentes; se trata de la psicología que encuentra en el hombre algo idéntico a la realidad divina y de la ética que ubica el final del hombre en el conocimiento de un terreno inmanente y transcendental sobre todas las cosas.

El término Filosofía Perenne se utiliza para describir una filosofía formulada por aquellos que han tenido una experiencia directa de comunión con Dios. Este contacto, a pesar de ser de corta duración, transforma la manera de pensar de aquel que lo experimenta en el momento en que dicho contacto ocurre, de tal manera que él ya no vuelve a ser lo que antes era.

Son estas experiencias reveladoras, capturadas en balbuceos simbólicos de lenguaje humano y repetidas a través de las épocas por personas de todas las razas, géneros, culturas y creencias religiosas, las que componen la Filosofía Perenne, y has sido plasmadas en un libro escrito por Aldous Huxley hace casi más de un siglo. Aún mejor, Huxley pudo haber llamado su antropología de mística suprema, la EXPERIENCIA PERENNE.

El aspecto universal de la experiencia mística incluye un tejido de eternidad enmarcado en el tiempo.

Una y otra vez ocurre una fisura momentánea en el velo de lo material y la luz de una experiencia directa elimina todas las ideas equivocadas de estos místicos. Son sus palabras las que hemos de utilizar hoy. Según damos una mirada al libro hoy, ubicado en repisas llenas de consejos de ayuda propia dictados por metafísicos, doctores en Psicología, Psiquiatras y expertos de todo tipo, añoramos algo que haya sobrevivido el pasar del tiempo, que por decirlo así, haya venido de “fuera del tiempo”, algo que no encaje en las charlas populares del día –“el niño herido, la codependencia, la familia disfuncional”, etc. ¿Será que habrá algo eterno en lo que podamos depender? ¿No nos damos cuenta que nos estamos identificando en un marco tan limitado el cual no contiene una solución permanente?

La antología de declaraciones místicas compilada por Huxley valida y constata en la mente del lector aquel momento en el que él mismo supo que era más que una percepción de sí mismo construida en el tiempo; aquel momento en el que lo que sentía y conocía no estaba “lleno de un hedor de engaño y disgusto consigo mismo”, tal como tan vívidamente lo describe el autor de La Nube del desconocimieto. El atento lector reconocerá en las palabras del Santo Sufí, el Zen o el Budista Mahayana, un Gurú Indio, el taoísta, el musulmán, el hindú, o el místico cristiano, una descripción de ese momento transcendental en el que por un corto momento se percata de lo magnitud de su ser.

¿Tendrán hoy en día algún valor las palabras de fuera del tiempo que nos ofrecen los místicos? Nuestra respuesta enfática es ¡Sí! Muchos involucrados en la madeja de complejidad que rodea toda disciplina hoy consideran esto extremadamente remoto, aún más, algo imposible, disponible tan solo para un grupo selecto, unos pocos. Como ardillas aprisionadas, nos encontramos enredados en una división en continua expansión, una especialización, una adicción al conocimiento, un análisis interminable de cualquier tema; cansados de teorías aprendidas o desarrolladas por nosotros mismos que pronto son deshechas por una “nueva autoridad” la cual, el próximo día, encuentra oposición en otra voz de igual autoridad. Darwin expresaba esta frustración cuando decía: “Para cualquier hombre resulta una maldición el dejarse absorber por cualquier tema tal como yo lo he hecho”. En términos profesionales, en relación con su área de especialización, el hombre puede considerarse completamente maduro. En términos espirituales, podemos decir que es ¡meramente un feto!

Ya sea que añoremos un renacer o un corto descanso a nuestro día laboral, tomemos por un momento el camino señalado por estos filósofos perennes, estos recipientes de receptividad que dejaron de ver “por medio de un cristal de manera obscura”, sino por medio de capas aclaradas por la inocencia, y se llenaron de poder, conocimiento y dicha de más allá de la conciencia ordinaria y de su acondicionamiento previo; porque esto nos ofrece una evidencia directa de que toda la humanidad goza de una capacidad no realizada de trascender y de que los límites de la conciencia no están pre establecidos.

La mejor manera de describir lo que la experiencia de la Filosofía Perenne es se expresa con la frase del sánscrito, Aquello que Eres, refiriéndose a que uno reconoce el ser eterno e inmanente como aquel que es parte del principio absoluto de la existencia y que el destino fundamental de todo ser humano es descubrir que esto es de hecho así en él, para poder descubrir lo que realmente es.

Veamos aquí las palabras de algunos que cayeron en cuenta de ser AQUELLO:

SANTA CATALINA DE GENOVA
Mi yo es Dios, y yo no reconozco ningún otro yo que mi propio Dios.

BYAZID BISTUM:
Fui de un Dios a el otro, hasta que de mi interior todos ellos exclamaron, “Yo soy tú”.

YUNG-CHIA-TA-SHIH:
La luz interna va más allá del elogio y la culpabilidad; tal como el espacio, no conoce fronteras, sin embargo se encuentra aún aquí, en nosotros, siempre manteniendo su serenidad y su plenitud. Es tan solo cuando la buscas que la pierdes. No la puedes acaparar, como tampoco, la puedes desechar.

MEISTER ECKHART:
En la medida que Dios se encuentra en todas las cosas, más se encuentra fuera de ellas; mientras más se encuentra en su interior, más parece no estarlo. Solo lo trascendente,
Lo otro en su totalidad, puede ser inmanente sin sufrir cambio alguno en el proceso de llegar a ser aquello en lo que mora.

La pregunta que surge entonces es: ¿Qué es el AQUELLO a lo que el TÚ (yo) puedo llegar a descubrir que soy? “Se trata de un absoluto espiritual”, susceptible de ser experimentado por el ser humano de manera directa y al que el ser humano puede llegar en el que Dios encarna, pero que cree ser solamente capaz de ver a Dios dentro de los limites necesariamente impuestos por el confín de un cuerpo material nacido en el mundo en un momento dado en el tiempo”.

SAN BERNARDO:
¿Quién es Dios? La mejor respuesta que puedo encontrar es AQUEL que es. No hay nada más apropiado a la eternidad que Dios es. Si dices que Dios es bueno, o grandioso, sabio o bondadoso, o cualquier cosa de este tipo, lo que sea se encuentra incluído en estas palabras, sencillamente, Él es.

RUYSBROECK:
En la realidad conocida unitariamente por el místico, no podemos hablar de una criatura sino de un SER… Ahí es que todos nos encontramos frente a nuestra creación, porque ésta es nuestra esencia suprema.

En la medida que estas palabra nos traen a la memoria algo que resulta familiar en nuestro interior, la pregunta que surge de manera natural es: Y ¿cómo se logra alcanzar esa certeza interior de que yo soy ESO?

Con una inquebrantable unidad y conocimiento, la respuesta surge como un eco desde un tiempo sin comienzo, el cual se repite una y otra vez, no solo por los místicos, sino por todo santo, todo profeta y toda religión, “¡Deja atrás la sensación de ser un Ser Separado!”

El obstáculo absoluto al conocimiento unitario de Dios es la conciencia obsesiva del hombre y la insistencia de estar separado. En la medida que exista un apego a el “Yo”, a “lo mío” no puede haber un vínculo, y por lo tanto, no se logra la unión del conocimiento con Dios, no hay escape de la sofocante prisión de la separación y del yo.

No te apegues a nada, tal como lo dice SAN JUAN DE LA CRUZ con estas palabras:

El alma que se apega a algo, independientemente del bien que ello conlleve, no llegará a la libertad de la unión divina… al estar aferrados a lazos humanos de afecto, sin importar lo sutiles que sean, no podemos, mientras duren, encontrar el camino que nos conduce a Dios.

WILLIAM LAW:
Los seres humanos no se encuentran en el infierno por causa de un enojo de Dios… Éstos se encuentran en un estado de división y separación creados por su forma de funcionar.
Tú mismo eres tu propio Caín que asesina a tu propio Abel. Porque cada acción y motivo del ser contiene el espíritu de Anti Cristo y asesina la vida divina dentro de ti.

Debemos vivir de tal manera que cada momento se considere uno de crisis, conduciéndonos hacia nuestra propia muerte y obscuridad o hacia la luz y la vida; entre los intereses temporales y el orden eterno; entre nuestra voluntad y la Voluntad de Dios. En un momento soy eterno, en el próximo, me encuentro en el tiempo.

Tal como lo expresa HUXLEY,
Pasamos del tiempo a la eternidad cuando nos identificamos con el espíritu, pasamos nuevamente de la eternidad al tiempo cuando elegimos identificarnos con el cuerpo.

Tal como PHILO lo expresa,
Aquellos que captan a Dios por medios divinos, la LUZ por la Luz, se encuentran en el camino de la verdad.

Los BUDISTAS lo expresan así:
El Bodhisattva percibe que su existencia en el tiempo ocurre debido a una memoria que ha sido acumulada desde un pasado que no tuvo comienzo.

Los chinos interpretan la palabra del sánscrito “memoria” como Energía del hábito; la cual incluye aquellos hábitos formados en nuestra vida presente o en existencias previas que nos hacen creer que la multiplicidad (la separación) es la única realidad y que el “Yo”, lo “Mío” representa la suma verdad.

Los BUDISTAS MAHAYANA advierten:
Debe de haber una conversión de la Mente – un desagrado en los confines más profundos de la conciencia en la que la energía de los hábitos acumulados por la memoria se destruyen y al esto ocurrir, desaparece también la sensación de ser un ego, un ser separado.

De manera que por medio de las citas que hemos considerado, tal como lo dijo lúcidamente ALBERTO MAGNO: “Si deseas, una escalera segura y un camino corto para llegar finalmente a la dicha verdadera”, la muerte de tu ser tiene que ocurrir –la muerte no solo de los apetitos, los sentimientos y la voluntad, tanto como el poder del razonamiento, de la conciencia de lo que se es, y de aquello que hace que nuestra conciencia sea lo que es – toda nuestra memoria personal y la energía de los hábitos heredados.

Para resumir, nos parece que las palabras de HUXLEY son pertinentes:

Nos encontramos en una curva de regreso en camino hacia nuestro primitivo punto de partida, pero mucho más arriba de él. Nuevamente, la vida se vive en el momento. La vida de un ser en la que el amor ha abolido el miedo, la visión ha reemplazado la esperanza terrenal, el altruismo ha detenido la positiva arrogancia de memorias de auto suficiencia y el negativo narcicismo del remordimiento.

“El momento presente es la única grieta que puede utilizar el alma para pasar del tiempo a la eternidad, el medio por el que la gracia puede pasar de la eternidad a el alma, y el medio por el que el amor puede en el tiempo pasar de un alma a otra.”

Según intentamos vivir cada momento como una crisis, viviendo entre dos mundos y permitiendo la muerte del pequeño “yo” separado y constituido por la energía de nuestros hábitos, podemos estar seguros de nuestra unión con estos místicos de todas las épocas y observar como logramos este esfuerzo, en las palabras del místico moderno JOEL GOLDSMITH:

Me encuentro unido a la inteligencia divina del pasado, el presente y el futuro. No existe secreto espiritual que haya sido ocultado de mí… En mí existe este Ser trascendental que soy y al que tengo acceso constantemente. Esto significa una omnipresencia del ahora de aquello que llamamos pasado y de lo que llamamos futuro. Estoy viviendo en la Omnipresencia del ahora. Me encuentro en la Conciencia de todos aquellos que vivieron en alguna época, que viven ahora, y que por siempre vivirán en la Conciencia divina, porque somos uno. Esa Conciencia infinita y divina de Dios, la Conciencia del pasado, el presente y el futuro, es mi conciencia en este momento.

La Gloria de aquel que lo domina todo
Penetra el universo y brilla
Más en algunos lugares,
Menos en otros…
Es en ese cielo
Que la mayoría recibe Su luz
He estado y visto cosas
De más allá del conocimiento
O el poder que pudiera tener alguien que
Regresa para contarlo…

Desde esa agua bendita, regreso
renovado – tal como los árboles
Regresan a la vida
Con su nuevo ropaje – purificados
Y listos para la llegada de las estrellas

En el mismo medio de la jornada de nuestra vida
Descubrí que estaba en un paraje obscuro
Como camino correcto, en el que si
Cambiaba el rumbo, me perdía.
¡Ay! Qué difícil es contarle a
Lo yermo acerca de dicho lugar salvaje y duro.
¡El cual de tan solo pensarlo regresa mi temor!
Fue tan amargo, casi como una muerte…

La Divina Comedia Dante Alighieri
Ilustraciones de G Doré

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